domingo, 26 de abril de 2009

Alguna vez, hace algunos años, tuve un amor que supo cambiar mis puntos de vistas. No tenía lo que deseaba de él. No tenía nada, salvo a él. Por las noches, y cada tanto. Cuando se nos ocurría.

Él no estaba con nadie. Pero yo estaba con él.

Tenía su amor cada vez que la Luna se asomaba a mi ventana. Y era mío.
Lloraba todos sus dolores, y sus heridas desgarradas, en mi hombro. Se acomodaba cálido, en mis abrazos, para contarme sus designios, y sus realidades. Y, por momentos, me sentí importante en su vida. Me sentía su luz respirable. Sentía que era una gota de agua para su sed de esperanza. Sentía que, de alguna manera enfermiza, yo era importante para su seguridad.

Porque él, en mis brazos, era un hombre.


Y aunque haya sido tan cruel a lo largo de estos años, y a pesar de que aún lo siga siendo, hay una sola cosa que tengo que agradecerle.

Y es que siempre fui verdad.


Siempre supimos lo que éramos. Y a pesar de que haya pasado sus días rompiendo con la verdad que sosteníamos, jamás me hirió con mentiras.

Siempre me hirió con verdades.

2 comentarios:

Mariano Rodriguez Castellanos dijo...

"Siempre me hirió con verdades." ... wow, realmente fuerte.., me encantó !!!, MUCHO !

Mariano

Madie dijo...

Eso de alguna extraña manera, es rescatable.
Al menos si estamos con una persona que no nos quiere o no está entregada a nostros de la misma manera que nosotros a ellos, es justo que lo sepamos. De esa manera podemos tomar la decisión consciente de seguir con esa persona.

Y después, no hay nada que reclamar.
Y después una sabe que si sufrió fue por propia voluntad.

Al menos una no fue engañada!

Saludos!

-----------------
http://yomadie.blogspot.com/

Publicar un comentario