lunes, 18 de mayo de 2009

Abraxas

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Le dije a una persona que tener fe no es lo mismo que tener esperanza. Esperanza significa esperar. La fe significa mutilar.

Tener fe en algo significa olvidarse de la polarización de las cosas. Significa perderse de la dualidad de las palabras, de los afectos, de las creencias.

Del alma.


Hace unos días leí sobre un dios, en una novela de Hesse. Se llamaba Abraxas. Un ángel y a la vez un demonio que analiza las dicotomías de la naturaleza, de la vida, para nutrirse en una sola esperanza. Un dios que no sabe de fe. Sino de destino. Un dios que no analiza, sino que observa. Un dios que no corta ni elige las palabras.

Ojalá todos pudiéramos ser así. Olvidarnos de amputar las miserias. De fingir que sólo hay una verdad.

Y que es la propia.


Ojalá todos pudiésemos olvidarnos de la fe, del cercenamiento impávido de lo putrefacto, y tener confianza y respeto por la esperanza, madre de la fuerza.

Ojalá…





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